Siento que no puedo escribir con maldita sinceridad. Me estoy acostumbrando a la seguridad -según es el caso- pero como no se debe escribir con sinceridad porque no se debe... Entonces sigo; dormir tarde, despertar tarde, tener trabajo y no trabajar con uniforme horrible que sigue colgado, y el wii fit como mi único compañero de mis días -tan patética, que me he hecho amiga de una consola wii y la inseparable wii board-.
La familia te da y enriquece, no se canjea por nada igual. Realmente es rico, pero también es cierto que mi vida quiere ser otra y que mi vida ya era otra.¡Extraño tanto! La ciudad, mis amigos, mis tardes llenas de delicioso arte, escaparme a comprar un antojo idiota. Yo, aún y con mis pensamientos tan iguales e internos, tan únicos y marginados... míos.
He aprendido que la vida no da nada gratis. Que la muerte solo es un paso más y que es maravilloso que aparezca cuando lo tienes todo y no tienes nada. Que el amor es más que una decisión de vida. Que se puede desvanecer el alma, perderse, desgastarse, pero siempre se encuentra presente, guardada con destellos, pega gritos de ansiedad, de ganas de libertad...
Vivir no es fácil, y he sido muy egoísta, esperando que el mundo me de los regalos que quiero. Pero el mundo, por qué me tiene que dar un obsequio si yo no le he dado nada ha cambio? He aprendido que la naturaleza no nos puede dar nada si nosotros en lugar de entenderla pedimos deseos y robamos los regalos que nos concede sin estar dispuestos a pagar el mismo precio... de alguna manera tiene que buscar su paga, y no por vengativa, sino porque simplemente, todo en este mundo debe tener un equilibrio.
Sigo buscando, entre mis noches perdida en música, en lenguas extranjeras, en lágrimas secas, entre asfixiantes tardes de soledad. Totalmente desubicada, completamente desorganizada.
No se compara en lo absoluto vivir sola a vivir en familia. Ahora que entiendo más a mi familia me entiendo más a mi, comienzo a entender por qué soy está mezcolanza de mi utopía soñada. Al final... todo era mentira? No. Creo que es un descubrimiento crucial en la vida de cualquiera poder aceptar los conceptos implementados en ti, en las palabras dichas, creídas pero jamás antes criticadas o comprendidas.
Siento aún la pegada insistencia de hacer o demostrarle quién soy a ciertas personas: mis padres, mi hermana, mis amigos, y lo admito también de gente que aparentemente no me interesa.
He continuando con mi resistencia.
Ya me cansé de mentir.
Me cansé de no darme cuenta que mentía.
Ya no tragaré más palabras, ni beberé más culpas, ni comida que enferman mi cuerpo y mi alma.
Escribir más para mi.
Quiero cantar.
Me quiero divertir y me voy a divertir.
Voy a leer.
Quiero amar. Continuar amándote... y qué me ames aún más.
Me voy a dormir.