Un sábado

Decidí comenzar las largas caminatas, no sólo por ser fin de semana, sino porque me lo ordenó el doctor. Jamás había imaginado que tendría que someterme, pero ahí estaba yo, convencida de que era lo mejor. -30 minutos diarios- eso fue lo que dijo aquel hombre peculiar. Así que inicie, una caminata que se prolongo más de lo planeado, una caminata interrumpida por un extraño viaje de retorno a mi lugar de inicio de una forma más rápida y cara aunque después tuve que irme de nuevo a mi destino para después regresar de nueva cuenta a mi lugar de origen. Lo sé, fueron dos viajes innecesarios, pero tu cuál crees que haya sido de los cuatro el mejor. Sin dudarlo yo diría que el primero y el último, fue agradable.

Tenía hambre, estaba un poco sedienta; las jeringas no me gustan, además porque hace que duela. Por poco y llegaba a mi destino, cuando decidí detenerme por una hamburguesa, estaba ávida y es que el ayuno me había robado la energía. Elegí una estrecha calle, encontrar la sombra indicada y la pared dura pero lisa fueron fáciles de preferir.

La gente solo pasaba y al verme eran dos sus reacciones: la primera de desconcierto pero de igual forma caminaban sin reparo o amonestación alguna; la segunda de segregación, como si fuera un bicho que debía ser aniquilado, pudiera ser que se haya pensado que era una mendiga o peor aún, una drogadicta, sea lo que fuese no me importo. La sensación de sentir todo: el día, el aire, mis pensamientos desprendidos, la debilidad, la soledad; todo se convirtió en algo indisoluble, fue como palpar cada sensación pero de una forma completa. Me convertí en parte del mundo por un instante, por un soplo que me encantaría repetir veces cualquiera.

El sábado después se modifico a una tarde incierta, a una tarde que no quería vivir, a espacios en donde no quería estar, a olores, a palabras, a un entumecerse que no deseaba respirar. Al final, todo fue confuso, tieso, pero con una huella de extravaganza, de la magia que disfrute un lapso de tiempo, irrepetible.

Sábado de color verde; puede ser por su intensidad que me lleno por ese tiempo, se convirtió en café, pudiera ser que no estaba lista para una dualidad, acepte el fragmento seductor y tentador pero no supe llevar el fragmento lleno de silencio, atestado de incomprensión y dudas. Excéntrica, si; única, eternamente.