Mi domingo eterno

Si, y de nuevo es domingo, otro fin de semana más. Me despierto tratando de reconocer en dónde estoy en primera instancia, después con mi mano colocada en mi pecho y otra en mi cabeza, cómo si logrará con eso aclararme y distinguir qué pasa. Con tantas ganas de sacarme el corazón y tenderlo con ganchitos para que tome color y para que agarre sabor. Me quede inmóvil, sin saber cómo iba a moverme; por qué iba a hacerlo y con qué fin. Me retorcí una y mil veces en mi cama llena de libros, y objetos, dándome cuenta que aún seguía con la misma ropa del día anterior. Mi rostro cubierto por un brillo peculiar, un cabello que durmió ordenado y despertó sin fijador. Después de una hora de meditarlo decidí al fin sentarme, colocar el disco de Descartes a Kant y regresar a mi estado aletargado y adormecido.

Paso otro tanto de tiempo, cuándo tome la decisión de al fin levantarme por los golpecillos en la puerta. Quería resistirme pero una fuerza me hacía entrar en razón. -La respuesta es no- le dije, acto seguido desapareció. Me había rondado en la cabeza el concepto de la muerte; un día sueñas con una gorda a la cual asesinas con unas tijeras con punta amorfa, y anteayer se convierte en realidad con un pajarillo víctima del monstruoso asesino llamado automóvil el cuál por cierto yo conducía. Despertar y descubrir que eres una asesina, tanto del sueño cómo de la realidad no fue cosa fácil de asimilar. Tuve que contenerme, el sentimiento de la culpa me sigue aún hasta en mis sueños. ¿Por qué no me dejará tranquila? ¿Qué habrá en mí que le gusta tanto y me seduce y me posee? … Y bien, después de mis disparatadas emociones, pude ponerme totalmente de pie, pero a continuación no me hallaba en el espejo, ni reconocía mi rostro. Sabía entonces que este domingo iba a durar demasiado; cuando crees que tu estas sola, los domingos pierden el dejillo de los domingos.

No recorrí más allá de los profundos verdes valles, y ni siquiera llegue a la cocina. Ahora justamente acabo de darme cuenta que ya no es de mañana, que la tarde se me paso por un lado y que la noche me alcanzo. No hubo un preámbulo para lo que pasaría, no me concedí el honor de domesticar al domingo. Ahora llega el recuerdo de mi insuficiencia dominical, de lo pobre que ha sido este día. De pronto el día se me hace de noche y justamente, no me doy cuenta, todo me atrapa y me alcanza, y acaso podré resistir. Las voces de la culpa me están buscando, siguen presentes, prosiguen. My sweetest Sunday, pero sin ti no habría Lunes, debo sobrellevarlo. Extraño los desayunos frescos, la sonrisa de aquellos tantos domingos, el ímpetu y frenesí de tocarlo con mis manos, de imaginar qué podía trasformar lo que yo tocará en algo mejor. Patética y conmovedoramente irresponsable, confuso, gris e indistinto. Parece que seguirá así, yo no quiero; me ha lastimado tanto pero venceremos. Culpa, culpa cómo te venceré caraja. Ya lo verás!!!

P.d. A dormir!!! (Si acaso puedes)