Pútrida

Tarántula me transbordo de conceptuar que todo tenía un control en el relato a otra apariencia. Creía en que las cosas iban a convertirse en una modificación etérea, pero no lo fue, todo dio un cambio vertiginoso al saber la verdadera identidad de uno de las presas de tarántula, todo quedaba más claro, pero lo que no me pude imaginar fue el final, se acercaba y no podía creerlo, pero de pronto comenzaban a llegar reminiscencias a mi memoria desde el inicio hasta los cambios minúsculos que aparecían tan de prisa. Era como si no lo hubiese notado, cosas que no había deliberado, simplemente atribuía toda esa enfermedad demencial a un solo ser, y como una bofetada, toda la historia tomo un giró a la original, a lo que me habían hecho creer.

Me vi corrompida, me sentí aturdida y cada palabra, cada esbozo que pudiera aparecer en los rostros de aquellos innombrables, iba transformándose en algo desconocido que yo no sabía, sin embargo, mi codicia no me permitía parar. Además de la principal voltereta, me habían arrastrado con ellos a dos volcadas indefinidas que me alterarían cada sentido. No lo podía entender, fue tan sorpresivo que no me dio tiempo de especular.

A fin de cuentas no todos tuvieron su merecido, no todos los planes salieron bien, las apariencias efectivamente engañan, la frialdad, el odio, la repulsión, la codicia, todo… todo termina por salirse de su cauce. Nadie es exento de salir bien librado. Cuando se propone hacer algo, esto se puede hacer muy bien, sin importar nada, siempre existe algo, lo que sea, para salir bien librado pero y para escapar, tal vez no es cierto que exista perpetuamente ese algo. ¿Artimaña? Sí, pero quién no lo ha hecho alguna vez. Pareciese como si fuese inevitable. Ahora con mucho más razón le temo a la anestesia, te adormece, te hace desconectarte, no saber en dónde estás o en quién dejas tu vida, y no me refiero a que te suceda algo mientras estás dormido solamente, es peor lo que sucede después… después.